jueves, 10 de diciembre de 2009

"No se puede pensar al otro como un cliente", señaló

Cristina volvió a cuestionar asimetrías con Brasil, pero negocian liberar licencias
En un acto con Chávez, insistió con la necesidad de mejorar la integración. Al mismo tiempo, técnicos de ambos países se comprometían a reducir controles
NATALIA DONATO Buenos Aires ()


http://www.cronista.com/notas/214222-cristina-volvio-cuestionar-asimetrias-brasil-pero-negocian-liberar-licencias-



En una nueva lucha por el predominio del proteccionismo, librada entre Argentina y Brasil, en la edición de hoy la mentecata que nos gobierna se despachó con una de las máximas de atril de las que es tan afecta: "La coperación no puede hacerse sobre la base de pensar al otro como un cliente".

La frase es prueba clara y manifiesta de la supina ignorancia que afecta a esta irresponsable y a su séquito de aduladores y ventajistas. Por la manera en la que está presentada, todo indicaría una connotación negativa para el término "cliente". Es como si el cliente fuera el perdidoso de la relación de intercambio; el que resigna beneficios en pro de las ganancias ("extraordinarias"?) del vendedor, contraparte natural del cliente.

Prueba fehaciente de la visión miserable y cortoplacista que entiende a las relaciones comerciales como un juego de suma cero, en el que para que "el vendedor" gane, debe perder necesariamente "el cliente". Demuestra irrefutablemente la ignorancia de la teoría del valor subjetivo, y la absoluta falta de respeto y consideración al más mínimo sentido común.

Como consecuencia de la división del trabajo -causa fuente del desarrollo de la civilización- los intercambios son de la propia naturaleza humana. La inhabilidad de producir de manera eficiente todos los elementos necesarios para suplir las escaseces que nos afectan impone la obligación de realizar intercambios de aquellos que producimos en exceso a la cobertura de nuestras propias necesidades, por aquellos bienes y servicios que nos faltan, y son producidos en exceso por otros individuos.

En ese marco, la teoría del valor subjetivo explica por qué los intercambios son siempre "justos": porque el precio pagado por el comprador y el cobrado por el vendedor es el reflejo de la valoración que las partes tienen, y nada más que una representación cuantificada de los intercambios realizados de plena satisfacción por los intervinientes en la operación.

En ese marco, el "cliente" no tiene por qué ser el perdidoso de la relación, dado que estaría entregando una cantidad de bienes cuyo valor marginal es inferior (para él) al valor marginal de la cantidad de bienes que estaría recibiendo del "vendedor". Y, por supuesto, lo mismo aplica para la valoración que haga el vendedor de los bienes que recibe en cambio del comprador.

Pero en rigor de verdad, no sé si la irresponsable que nos gobierna está convencida, en su fuero íntimo, de la falacia que declama, o si lo hace "pour la galerie", para dejar tranquila a la platea prebendaria que es la que foguea estas manifestaciones grandilocuentes, sin contenido y de consecuencias perniciosas que no hacen más que interrumpir y demorar el desarrollo y el crecimiento.