martes, 9 de febrero de 2010

Los omniscientes

BOUDOU PROMETIÓ QUE NO TOCARÁ UN DOLAR MÁS DE LAS RESERVAS INTERNACIONALES

El BCRA y Economía definen el precio del dólar y las tasas
La reapertura del canje de deuda recién se lograría en marzo, si se logra la aprobación de la autoridad regulatoria de EEUU. Mientras, se define la política monetaria para el año.


FERNANDO ALONSO Buenos Aires

http://www.cronista.com/notas/220526-el-bcra-y-economia-definen-el-precio-del-dolar-y-las-tasas

Los seres humanos somos, por definición, falibles. Las falencias pueden ser de muchos tipos, y algunas personas pueden sufrir de algunas y no de otras. Pero de lo que absolutamente todos los seres humanos adolescemos es del conocimiento perfecto. Por la simple y lisa razón que conocer el 100% de las circunstancias de tiempo y lugar que afectan al 100% de la humanidad, o para bajar un poco las expectativas, por lo menos de la población del lugar en que se reside, demandaría una deidad omnisciente.

Muchas veces lo obvio es lo más difícil de percibir, y de ahí la genialidad de Hayek al identificar con claridad esta circunstancia. En "El uso del conocimiento en la sociedad" Hayek presenta esta circunstancia -con absoluta razón y lógica- como la fundamental causa para rechazar con vehemencia el intervencionismo estatal. En el párrafo inicial de esta corta pero magistral obra el maestro dice "Qué problema pretendemos resolver cuando tratamos de establecer un orden económico racional? Desde la perspectiva de los supuestos tradicionales, la respuesta parece obvia; pues si se posee la información relevante; si se parte de un sistema establecido respecto a las prioridades y si se detenta el conocimiento absoluto de los medios disponibles, el problema en cuestión no excede los parámetros de la lógica. Esto es, la respuesta a la cuestión sobre cuál es el mejor uso de los medios disponibles se halla implícitamente en nuestros supuestos"

En la edición de hoy, El Cronista reporta que los individuos, los seres humanos Mercedes Marcó del Pont y Amado Boudou definirán las tasas de interes y el precio del dólar de aquí en más.

Siguiendo al maestro Hayek, tenemos que asumir que estos dos iluminados cuentan con el conocimiento perfecto del 100% de las circunstancias de tiempo y lugar que afectan al 100% de los individuos que poblamos la Argentina. También tienen el 100% del conocimiento sobre el 100% de los recursos disponibles, y -fundamentalmente- tienen el conocimiento perfecto de la lista de prioridades, aceptada por el 100% de los mismos habitantes. En consecuencia, su labor es una simple tarea de asignar los recursos (que conocen en su totalidad) a las necesidades (que también conocen en su totalidad), de acuerdo al orden de prioridades establecido (por el 100% de la población). Algo que un estudiante secundario podría hacer.

Lamentablemente, en especial para los más necesitados, la realidad se encuentra a años luz de esta premisa, por lo que el intervencionismo que tan enfáticamente defiende Marcó del Pont se convierte en una falacia carísima, que obstaculiza y demora el efectivo desarrollo y prosperidad, sea lo que sea que eso signifique para cada uno de nosotros.

La violencia y soberbia intelectuales de los intervencionistas se basan en este concepto del conocimiento perfecto. ¿Por qué el valor del dólar que Marcó del Pont y Vodoo definirán es el "mejor"? y, de ser así, ¿mejor para quién?. Y lo mismo vale preguntarse con respecto a la tasa de interés.

El Cronista indica que el objetivo de estos funcionarios es "dar un impulso a la actividad productiva, especialmente a la inversión en sectores industriales que consideran indispensable para contrarrestar la inflación a através de una mayor oferta de bienes".

Entonces, debemos asumir que, 1) la actividad productiva es "mejor" que la actividad financiera, o la actividad artística, o la actividad deportiva, o la actividad intelectual, solo por mencionar algunas; 2) la inversión en el sector industrial es "mejor" que la inversión en el sector financiero, gastronómico, inmobiliario, de la construcción, del turismo, de los servicios, del software, de la literatura, del entretenimiento, ..., 3) más aún, la inversión en ese sector es "imprescindible" para brindar una mayor "oferta de bienes", 4) Marco del Pont y Vodoo saben irrefutablemente que lo que el 100% de los individuos que poblamos la Argentina demandamos son "bienes" (producidos por el sector industrial) y no "servicios", por ejemplo.

En pocas palabras, Marcó del Pont y Vodoo saben. Saben TODO.

Amén de las consecuencias catastróficas que estas convicciones significarán para el futuro próximo, es muy importante percibir la ardua tarea que los liberales, quienes tenemos absoluto respeto por las libertades y capacidades de los individuos, tenemos frente a nosotros.

El trasfondo de la convicción intervencionista, de la que Marcó del Pont es consecuente y sustantiva defensora, es ese: el Estado, esa entelequia, es "superior", "sabe más" qué es lo "mejor" para los individuos, incapaces por naturaleza de saber y reconocer cómo alcanzar su desarrollo. Es lamentable el crecimiento desmedido de este Frankestein creado por la convención humana bajo el pretexto de una convivencia pacífica, y lo profundo que estas convicciones han calado en las personas. Hoy en día es un sacrilegio anarquista pensar en una comunidad organizada y regulada por aquellos acuerdos que los individuos voluntariamente celebren, sin necesidad de contar con el ojo del estado "Gran Hermano" que todo lo ve y todo lo controla.

De ahí la necesidad de desterrar las convicciones que estos iniciados esotéricos y portadores del más absoluto y pleno conocimiento, enquistados en el Estado promueven. ¿Qué características distintivas, racionales y morales, tienen para determinar la "correcta" definición del precio del dólar y de la tasa de interés? ¿Por qué esa determinación no resultaría en beneficios y ganacias para todos nosotros los incapaces, privados del conocimiento y sabiduría de la que ellos sí disponen?. ¿Hay certeza en cuanto a que esa definición del precio del dólar y de las tasas va a significar un beneficio para el 100% de los habitantes? Y si no es así, ¿cuál es el criterio para adoptar igualmente la definición? ¿Un criterio utilitarista, en el que el beneficio para una "mayoría" de individuos justifica el sacrificio y la exclusión de la "minoría" no beneficiada?.

Es imperativo luchar por desterrar estas convicciones profundamente arraigadas en la población. El estado, para algunos de nosotros, tiene funcionalidad y utilidad. El gravísimo problema, por los efectos que hasta aquí percibimos, es evitar que ese instrumento poderorísimo mute hacia el monstruo que hoy en día es, y que amenaza con seguir creciendo hasta amalgamarnos a todos en una gran masa amorfa (objetivo comunista).

La educación, la vocación por transmitir esta alternativa, la convicción de que el respeto irrestricto por la individualidad y la subjetividad de los seres humanos sólo puede traer desarrollo y crecimiento (en todos los órdenes) tiene que ser el arma más poderosa contra la oscuridad que el intervencionismo implica. No hay mayor obra de caridad, más solidaridad que el respeto por las individualidades, que el reconocimiento y la consideración del otro como un titular de derechos exactamente iguales a los que nosotros ostentamos.

La masificación que el intervencionismo propone trae consecuencias negativas que largamente trascienden las económicas. El estatismo promueve la masificación que nubla la visión y el entendimiento del otro como sujeto merecedor del máximo respeto, ya que el único merecedor de ese respeto es el estado onmipresente, a quien todo se le debe. El intervencionismo atenta de manera criminal contra la creatividad, contra la diversidad de la que se desprende la mayor riqueza -moral y material-. El intervencionismo sojuzga, esclaviza y poco a poco carcome la confianza en sí mismo, desalentando los emprendimientos (de cualquier orden, no sólo económicos) hacia los que los individuos puedan sentir inclinación. El intervencionismo se constituye como la mayor causa fuente de inequidad, diviendo a la sociedad entre los poderosos y sus amigos (Lázaro, Cristóbal, Eskenazi...) y el lumpenaje lejos de esa clase "superior". Y ni qué hablar de aquellos que voluntariamente nos convertimos en lúmpenes por principios.

Así, el intervencionismo corroe poco a poco la dignidad de los sujetos, convenciéndolos de que son indigentes incapaces de procurarse su propio sustento, y convirtiéndolos en la masa necesaria de asistidos por el "asistencialismo" estatal que los necesita como base de su continuidad. Si no hay necesitados, si cada uno por sí mismo puede celebrar libremente contratos de intercambio beneficiosos para ambas partes, si cada uno puede aprovechar libremente el conocimiento de las circuntancias de tiempo y lugar de la que disponen por ser actor de ese tiempo y habitante de ese lugar... ¿qué razón de ser tendría ese estado?, ¿por qué tendría que intervenir? ¿Por qué debería existir?

Y de ahí la evidente respuesta: al sólo efecto defensivo. Al efecto de tutelar el cumplimiento de la única premisa necesaria como regulación: "no dañar".