viernes, 24 de septiembre de 2010

Los peligros del positivismo

http://www.cronista.com/notas/246919-ley-recalde-empresarios-los-gremios-quieren-cogestion-companias


Ayer di una clase a los alumnos de grado sobre el papel de la Eficiencia como herramienta para el análisis económico del derecho, materia en la que me siento sumamente honrada de colaborar con la cátedra de mi admirado titular Profesor Martin Krause.

Al finalizar, y mientras se retiraban, les pregunté a un par de chicas si la clase les había resultado comprensible (es decir, si supe transmitir lo más acabadamente todo el concepto). La respuesta me devastó: "Sí, sí, muy bien... pero no me convenció".... Es decir, todo muy lindo, pero no te compro el peine para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama. Me sentí una vendedora ambulante! Conclusión.... el mensaje no les llegó.

En la noticia de hoy, tres dirigentes con impacto en la opinión pública y responsabilidad de dirección cada uno de ellos en su sector, a través de sus manifestaciones dieron el mismo mensaje que mi alumna: si está en la ley, está bien. Caso contrario, sería cuestión de o cambiar la ley para incorporar las ideas, o desechar las ideas por no estar incorporadas en la ley. Por supuesto, "la ley" es la ley positiva... lo que dice LA LEY!

Dos de ellos se opusieron a la pretensión comunista de Recalde y Moyano porque el tema "se puso sobre la mesa " (...) de una forma que no fue sometida a consulta tripartita previa como se establece en los convenios" (Funes de Rioja), y porque la propuesta "incumple con acuerdos de la OIT y no hubo consulta al sector empresario" (De la Vega). Es decir, ambos (y más grave en el caso de Funes de Rioja por su calidad de abogado) fundamentaron su oposición a una violación más al derecho de propiedad y a la Constitución Nacional en acuerdos escritos, en normas positivas, en pactos por escrito... pero ninguno de ellos en las consecuencias terribles para los grupos que cada uno dirige y para la nación en su conjunto que se permita continuar con la violación flagrante al derecho de propiedad, piedra basal del desarrollo de civilización occidental; un derecho humano vapuleado y sistemáticamente violentado.

El tercer dirigente -Biolcatti- fue el único que fundamentó su rechazo en un criterio racional, además de verídico y acertado, al decir que se oponía al proyecto de Recalde "por tratarse del avance de Moyano sobre los intereses económicos y empresarios".

Tendría que ser misión de todos aquellos que valoramos y apreciamos al ser humano en la integralidad de su dignidad rebelarnos contra el imperio del positivismo (herramienta muy bien utilizada por el socialismo), y de facilitar la reflexión sobre las motivaciones más profundas de las acciones, sobre la persecución del sentido inmanente más allá de los convencionalismos coyunturales que pueden (o no) expresarse en cuerpos normativos formales.

No es tampoco mi ánimo el promover el anarquismo, o el funcionamiento de la sociedad sin apego a la ley. Todo lo contrario. El respeto a las leyes es fundamental para un estado de derecho y para un desarrollo sostenido, para la seguridad jurídica tan añorada. Pero mi propuesta es la de fomentar una meditación, una reflexión más profunda sobre el valor genuino de una u otra norma; y generar una cultura crítica que no asuma la legitimidad del concepto por el sólo hecho de estar plasmado en una norma positiva.

Después de todo, la misma Constitución Nacional legitima con el máximo nivel de protección jurídica al derecho a la propiedad en su artículo 17... pero en el siniestro 14bis representa materialmente un derecho antagónico al darle la misma jerarquía al presunto derecho de los trabajadores a tener "participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección".

Ardua tarea la de los constitucionalistas, primero, y de la Corte Suprema, después, de arbitrar interpretaciones sobre estos contradictorios derechos amparados constitucionalmente.

Por lo pronto mi alumna no se "convenció" de lo transmitido en la clase de ayer, porque nunca se nos enseñó (al menos en la Facultad de Derecho de la UBA) que las leyes deberían perseguir un criterio de eficiencia para ser más útiles a la sociedad, y así, la "LEY" no dice nada al respecto. Por su parte, Funes de Rioja y De la Vega se apoyan en un fundamento enclenque -la propuesta comunista no siguió el proceso dictado por la "LEY"- para oponerse a un proyecto de inmensa peligrosidad para la continuidad del capitalismo (prebendario y amiguista, sí, pero al menos capitalismo) como filosofía económica que incluye y complementa a la vez a la filosofía política de constituirnos en un país democrático, republicano y federal.

lunes, 5 de julio de 2010

Los servidores públicos se aumentaron los sueldos...



http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1281230

La nota objeto de este comentario no fue publicada en El Cronista Comercial, sino en La Nación (3/7/2010), y da cuenta de una de las más grandes arbitrariedades que transcurren desapercibidas y sin efectos ni consecuencias gravosas para los diputados que la protagonizan. Aunque sí para el conjunto de la sociedad que paga impuestos.

La noticia reporta el aumento de sueldos (o "dietas") de los diputados porteños, quienes tuvieron la connivencia de alcanzar prácticamente la unanimidad de la decisión. En este contexto, sentidas felicitaciones a los diputados de Proyecto Sur que, aparentemente, votaron en disidencia. Sería admirable que lograran la misma sincronía al momento de tratar cuestiones de estado (municipal, en este caso).

Pero con la lectura de la noticia surge la pregunta de ¿por qué los diputados tienen ese sueldo y no otro inferior o superior? ¿Cómo se llega a determinar que ese es el "precio justo" por los servicios prestados? Y fomenta la inquietud de analizar qué son los salarios, y cómo se llegan a determinar. La Escuela Austríaca de Economía propone algunas respuestas.

En primer término, es muy importante tener presente que -a pesar del rosario de desvirtuaciones que lo afectan- el salario, o el sueldo, o las "dietas", no son otra cosa que el precio pagado por los servicios que en contraprestación a ese pago se presten. Es decir, los salarios que percibe cualquier empleado por su tarea o desempeño (es decir, por los servicios que presta), no difieren, en esencia y naturaleza del "precio" que, a su vez, deben pagar por otros servicios y bienes que consumen. Esa es la magia que opera en las sociedades modernas gracias a la división del trabajo.

En consecuencia, si consideramos que los salarios responden al valor que esos servicios tienen, representados en sistemas monetarios, deberíamos acordar que los salarios van a ser estructurados (y efectivamente pagados, llegado el caso) en virtud del acuerdo celebrado entre el prestador (el empleado) y el consumidor (el empleador) de los servicios prestados. De ahí que, al igual que con el resto de las transacciones, lo aconsejable es que el estado, como ajeno al intercambio contractual entre empleado y empleador, no intervenga fijando salarios mínimos, o impidiendo términos de contratación que serían libremente pactados entre las partes.

En un fantástico artículo publicado en http://www.institutoacton.com.ar/articulos/abenegas/artbenegas1.pdf,Alberto Benegas Lynch (h) explica por qué los salarios pagados por las mismos servicios son diferentes si son prestados en Estados Unidos o en, por ejemplo, Paraguay: "Los salarios e ingresos en términos reales dependen exclusivamente de la estructura de capital, es decir, de maquinarias y herramientas, equipos e instalaciones, combinaciones de conocimiento con recursos naturales que hagan de apoyo logístico para aumentar la productividad del trabajo".

Y, por supuesto, que la inderogabla ley de oferta y demanda hará lo suyo también. Pero, en el mejor de los casos, y en un esquema de intercambios libres y voluntarios, el salario no debería tener mayores ni distintas características que los de cualquier otro precio, sirviendo de sistema de información acabado, económico y eficiente.

De ahí que, en una sociedad abierta, el valor endilgadado a la prestación del servicio de que se trate (directorio, maestranza, operario, administrativo, personal doméstico, programador de software, legales, médicos, etc.) variará dependiendo, entre otros: (i) de la oferta y la demanda de esos servicios (a mayor oferta, menor precio, y viceversa); (ii) de la existencia de bienes de capital estimados per capita, y (iii) de las condiciones particulares que afecten a empleados y empleadores, y los determinen a ofrecer y/o aceptar respectivamente el empleo en cuestión.

En este marco de aproximación al tema de los salarios... ¿cómo se entiende el "sueldo" de los diputados? Es decir, quién demanda su función, qué tasa de capitalización existe para el desempeño de esa tarea, y -last, but not least- cuál es la libertad de contratación entre ellos (los agentes) y los individuos (el principal).

La función pública es, en la Argentina, el factor de movilidad social ascendente que antes era representado por la educación universitaria, por ejemplo. Aquel que acceda al puesto público cuenta con certezas varias. En algunos casos, la "estabilidad del empleo" (público), con las terribles consecuencias que ese -como cualquier otro- monopolio impone en el sistema de incentivos. ¿Cuál sería la motivación de cumplimiento eficiente de las obligaciones a su cargo si del incumplimiento no se desprenden consecuencias negativas, o concretamente la pérdida del empleo?

Pero en el caso puntual de los oficiales públicos que llegan a serlo por ocupar cargos electorales, la pregunta inicial se enfatiza. ¿No es acaso el cargo de "representante del pueblo" un servicio público? ¿No pretenden esos funcionarios trabajar en pro del "bien común"? Si es así, ¿el aumento de sus sueldos, de manera unilateral (en el marco de la relación contractual bilateral celebrada entre ellos y quienes los votaron), no afecta ese "bien común" que dicen resguardar y por el cual se volcaron a la vida del servicio público? Esto, debido a que los fondos que afrontan esos sueldos provienen de, precisamente, el público al que dicen representar.

En consecuencia, el esquema que surge de hilvanar lo dicho sería: el público (los individuos, en realidad) votan a un "representante"; esa representación es de carácter onerosa, ya que la misma se concreta por la contraprestación de pago en dinero. La motivación presunta del representante es la de cuidar y proteger "el bien común". Por su parte, el dinero para el pago de la representación onerosa surge, precisamente, del común representado. En consecuencia, ¿cómo se cuantifica el importe a pagar por esa representación, sin que el bien común al que se dice representar se vea afectado, precisamente, por esa representación?

El aumento de la carga tributaria -en el caso del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través del aumento en los impuestos a los Ingresos Brutos y a las tasas de ABL- es un indiscutible perjuicio para el "bien común", y más aún si el destino de esos fondos son el aumento del sueldos y dietas de diputados, que no es otra cosa más que el pago de la representación onerosa a la que, obligatoriamente -y en absoluta violación a la libertad de contratar- se impone a los individuos representados.

lunes, 24 de mayo de 2010

"La solución final"


http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1263826

En pleno fervor bicentenario, Cristina Kirchner encontró un momento de gran esparcimiento, como sugiere la foto que acompaña la nota del diario La Nación del miércoles pasado.

Parecería ser que la "señora" se dirigió a la Villa 31 a ¿celebrar? el crecimiento y expansión de ese lamentable asentamiento.


A lo largo de su excelsa (como siempre) alocución, se despachó con que "La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que ha tenido el país en estos años". Es decir, halagó y felicitó al emprendimiento inmobiliario desarrollado como consecuencia de la más absoluta necesidad por la que puede atravesar una familia, traducida en la falta de una vivienda; en la falta del cobijo y protección que la humanidad demanda desde que el hombre de Neanderthal se instalaba en cavernas.

Pero en algo tuvo razón: la "profunda transformación que ha tenido el país en estos años" es cierta. Lamentablemente, la transformación que ella halaga es aquella que convirtió a miles de personas en lo suficientemente pobres como para tener que mudarse a la villa 31, por ejemplo.

Así, el hecho merece un análisis desdoblado. Por un lado, meditar sobre las consecuencias de lo sucedido como prueba material de una hipótesis que vengo sosteniendo desde hace ya un tiempo; y por el otro, como ejercicio de interés psicológico para intentar al menos despuntar la magnitud de la incompetencia y malicia de esta mujer. Esta segunda perspectiva me excede
ampliamente, por lo que no será objeto de este comentario.

Mi hipótesis es que Kirchner y sus acólitos tienen un sólo objetivo: la perpetuación en el poder.

Estimar para qué pretenden esa perpetuación también excede largamente mis capacidades analíticas ya que no tengo entrenamiento en psicología o psiquiatría. Así que me limito a esbozar que, por las características del ejercicio del poder que vienen haciendo desde hace 27 años, el matrimonio y sus amigos tienen una desmedida y desmesurada ambición de permanencia en el cargo y en el poder formal y material.

Si bien no cuentan con una camarilla de intelectuales serios que les brinde el soporte intelectual suficiente y las herramientas dialécticas necesarias para la fundamentación de sus políticas, saben -por instinto, tal vez- que esas ambiciones chocan de frente con los mecanismos democráticos y republicanos que abraza la Argentina tanto en lo formal -por imperio de la Constitución Nacional- como en lo material -por el proceso democrático reiniciado en 1983-.

En consecuencia, saben que lograr el objetivo que persiguen, en medio de las desventajosas condiciones que la República y la Democracia les representan les demandará un sustantivo esfuerzo para acceder a los votos necesarios. Los caminos, entonces, se achican pero el mismo sistema les facilita las alternativas que consisten en: 1) contar con dinero suficiente, 2) para
comprar votos.

Por supuesto que el dinero suficiente no es el dinero propio de cada uno de ellos, o aquel que en países más civilizados proviene de aportes y donaciones de empresas e individuos afectos al proyecto propuesto por el políticio en cuestión. En nuestro caso, el dinero que utilizan Kirchner y su mujer es NUESTRO dinero, el que proviene de los impuestos que efectivamente pagamos quienes trabajamos produciendo bienes y servicios; y de la impresión de dinero que resulta en un coste silencioso y fatal, fundamentalmente para los que menos tienen: la inflación.

Identificado y solucionado el primero de los elementos indicados, resta advertir los mecanismos para efectivizar la compra de voluntades. A partir de ahí el surgimiento de mi hipótesis: la única manera de concretar esta segunda instancia es contar con una masiva cantidad de personas dispuestas a vender su voto y convertirse en los clientes electorales que los Kirchner necesitan.

Por supuesto que para ser eficaz esta mecánica demanda que la base clientelar sea sustantiva y expandida, ya que es la cantidad y no la calidad de votos la que cuenta para definir una elección. Entonces, ¿cómo lograr esa expansión de voluntades dispuestas a ser transadas? Mediante la pauperización de la gente. Sólo aquellos individuos que estén en condiciones de extrema pobreza, que no tengan sus necesidades básicas (como, por ejemplo, la vivienda) cubiertas, que no alcancen los umbrales mínimos de desarrollo intelectual y físico (desnutrición), que no vislumbren un futuro promisorio, para ellos y para sus hijos, y que -en definitiva- se vean en la obligación de recurrir al asistencialismo que les proponen los Kirchner están en condiciones de intercambiar sus votos por el dinero (insuficiente) que el Estado (o sea, ellos, los Kirchner) pueda entregarles en contraprestación.

Indiscutiblemente que la metodología sería necesaria temporariamente, ya que la misma aportaría los elementos para convertir la democracia y la república en un sistema más eficiente al que, por ahora, tienen que apelar, en el que la vocación autocrática y absolutista de Kirchner pueda desplegarse más económica y eficazmente.

Así, toda política que promueva la seguridad jurídica que fomente la inversión -doméstica y extranjera- directa con la consecuente creación de puestos de trabajo genuinos, la que junto con un sistema educativo expansivo y pragmático que permitan el acceso a esos puestos de trabajo a la mayor cantidad de personas posible, no condice con el objetivo final perseguido por Kirchner y su capitalismo prebendario y de amigos. Mucha gente educada, con trabajo y dignidad, con salud, seguridad e integridad física y moral, y justicia real, la que deviene de la aplicación irrestricta e indeclinable del Estado

de Derecho (que, a su vez, es consecuencia directa del sistema republicano de división de poderes) sólo pueden atentar contra el objetivo final de perpetuación en el poder que esta caterba de traidores a la patria persigue.

La culpa no es enteramente de ellos. Quienes tenemos la bendición de contar con educación, salud y nuestras necesidades básicas satisfechas estamos obligados a desenmascararlos, y a trabajar férreamente, desde el lugar que nos toque ocupar, contra este perverso y canalla objetivo. Y estamos obligados por la moral de procurar la verdadera socialización de los
derechos, la que sólo puede provenir de expandir las libertades individuales, viendo en los que menos tienen una fuente inagotable de potencialidades que sólo pueden pasar al acto en tanto las condiciones en las que se desempeñen así lo permitan. Y nunca esas condiciones pueden ser aquellas que promuevan su perpetuación en la indigencia y el asistencialismo.

Los pobres son pobres, no inútiles ni inhábiles. Son tan o más capaces que cualquiera de los no-pobres, y como sujetos de derecho, como individuos, deben ser respetados materialmente, más allá de las declamaciones condescendentes y caricaturizado como aquello "políticamente correcto".

En ese marco, la envergadura de la bestialidad de la que da cuenta la nota del diario La Nación no puede más que rebelarnos contra los Kirchner y su política nefasta. "A buen entendedor, pocas palabras", y en este caso, las palabras de Cristina Kirchner no pueden mas que interpretarse como el guiño cómplice a la hipótesis que sostengo. Su alegría por el crecimiento de la Villa 31 es, nada más y nada menos, que la confirmación del fin último perseguido por esta casta de delincuentes, que con absoluto desprecio por los otros, que se pavonea disfrazando miserias con ropajes de éxitos.

viernes, 14 de mayo de 2010

¿Cuál es el verdadero objetivo?


LOS EMBAJADORES SE REUNIERON EN DIPUTADOS CON LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES


La Unión Europea confirmó que hará un trato recíproco si se cierran importaciones
Fue el tono que sobrevoló las dos horas del encuentro entre los 24 diplomáticos y los diputados. Analizaron además la próxima cumbre UE-Mercosur y la cuestión de Malvinas

NOELIA BARRAL GRIGERA Buenos Aires ()

http://www.cronista.com/notas/231291-la-ue-advirtio-al-gobierno-que-no-frene-las-importaciones-alimentos

http://www.cronista.com/notas/231293-la-vigencia-la-ley-no-escrita

http://www.cronista.com/notas/231295-moreno-quiere-mejorar-saldo-comercial

http://www.cronista.com/notas/231296-brasil-denuncio-que-la-aduana-demora-camiones-alimentos

http://www.cronista.com/notas/231497-la-union-europea-confirmo-que-hara-un-trato-reciproco-si-se-cierran-importaciones

http://www.cronista.com/notas/231292-moreno-provoca-una-paralisis-preventiva


Guillermo Moreno? No... Salomón,jefe de la mazorca rosista

En su edición de ayer (y continuando con la de hoy) El Cronista hace un reporte profuso sobre la situación impuesta de facto por Guillermo Moreno, prohibiendo la importación de alimentos.

Con total soltura El Cronista informa que esa prohibición no surge de ninguna norma formal escrita, emanada de órgano competente y hecha pública en el Boletín Oficial, con lo que la imposición ordenada telefónicamente por el "brazo armado" de Kirchner es una más de las tantas flagrantes violaciones a la Constitución Nacional a la que este gobierno nos tiene acostumbrados.

Desde lo formal, se violan los Artículos 14, 17, 18, 19, 27, 29 y algún otro que seguramente se me estará escapando. Pero de todos ellos, creo que la violación más patente es la que afecta al princpio de legalidad, afianzado en el segundo párrafo del Artículo 19.

¿Y en qué consiste este "principio de legalidad"? Para qué sirve? Para, nada más y nada menos, que evitar el abuso del Leviatán, y protegernos de la arbitrariedad de los actos de gobierno. Por el momento, el recurso no viene funcionando.

Según la Real Academia Española, arbitrariedad es aquel "acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado solo por la voluntad o el capricho". Pocas veces una conducta más finamente encuadrada en su definición.

La tropelía de Moreno ofende al más básico principio y criterio de justicia, sin mencionar el abuso y atropello que significa a la libertad.

Todas las mañanas, un milagro se produce. Cientos de individuos se levantan y se preparan para ir a trabajar. En este caso puntual, son personas que cumplen distintos roles en empresas alimenticias. Algunos son operarios de Producción, otros son Administrativos, otros forman parte del cuerpo gerencial, pero todos, en uno u otro puesto, se agrupan circunstancialmente para alcanzar el objetivo: vender productos alimenticios. En realidad, el objetivo de cada uno de ellos individualmente será el generar recursos propios, que después destinaran al consumo de aquello que más valoren.

Otras, se levantan a la mañana y se preparan para ir a sus puestos de trabajo, que podrían tratarse de empresas que producen bienes y servicios que son, a su vez, vendidos a esas empresas alimenticias.

Así, en conjunto, cientos de miles de personas todas las mañanas se alistan para procurarse sus ingresos legítimos, en torno, directa o indirectamente, a las empresas alimenticias. Y esto sucede en Argentina, en Brasil, en Europa, en Asia, en Estados Unidos... Y el milagro es tal porque no hay una sola norma, ley o imposición normativa que las obligue a hacerlo. La "mano invisible" es la que, seguramente, hace sonar el despertador.

Pero, desde hace unos días, el milagro se vio conmocionado y seriamente afectado por voluntad de Kirchner y su mastín, Guillermo Moreno. Esos individuos acumularon la suficiente cantidad de poder como para interrumpir efectivamente, de facto, la consumación del milagro que permite que todos estos cientos de personas funcionen organizadamente en pos del objetivo último: generar ganancias (cada una de ellas, para sí mismas).

En consecuencia, la arbitrariedad, puede, como de hecho lo hace, revolvernos el estómago por su tremenda injusticia; puede rebelarnos por el atropello que signfica tanto a la ley natural que representa como valor la igualdad ante la ley, como a a ley fundamental positiva, por la irreverente indiferencia a sus postulados. Pero -en concreto- la arbitrariedad de Kirchner y su celador atentan de manera palpable y evidente la vida cotidiana de cientos de miles de personas que orbitan alrededor de las empresas alimenticias.

Y todo eso con respecto a las consecuencias inmediatas de la medida. A mediano-largo plazo, las arbitrariedades abrazadas y aplaudidas por las máximas autoridades del país tampoco van a resultar inocuas. No comprender, o no aceptar, que la seguridad jurídica es la única política de estado que no debería tener oficialismo y oposición, que debería ser la columna vertebral de toda la ciudadanía, de toda la Nación (no sólo del Estado) es dilatar el desarrollo y el crecimiento, hasta tanto la importancia del concepto se comprenda.

La criminalidad del acto no está dada sólo por la violación puntual de los derechos de propiedad de los dueños de las alimenticias que no pueden importar por designio del vocero de Kirchner, sino por las consecuencias nefastas para el resto de la población. Este tipo de instrumentaciones del poder absoluto nos afectan a todos: desincentivan la creación de empresas y expansión de las ya existentes, la inversión en bienes de capital y la creación de más y nuevos puestos de trabajo, haciendo que aquellas personas desempleadas que hubieran podido contar con empleos genuinos -en empresas alimenticias, por ejemplo- continúen en la pobreza y en el asistencialismo. Los consumidores también nos jodemos. Si antes queríamos / podíamos comernos un pancho con mostaza de dijon, por ejemplo, ahora ya no vamos a poder hacerlo. Y aún el Leviatán se arruina... porque seguramente eran unos dineritos interesantes los que en concepto de IVA le reportaban las delicatessen que venden los supermercados.

Y todo esto agravado por la imbecilidad aparente de la prohibición de importar alimentos. Según El Cronista, se exportaron U$S 22.000 Millones, y se importaron U$S 1.200 Millones. "Mejorar la balanza comercial" parecería ser un objetivo poco creíble con estas cifras (sin perjuicio de que estimo totalmente irrelevante la categorización "positiva" de una balanza comercial que muestre más exportaciones que importaciones).

Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo? qué persiguen Kirchner y sus cortesanos? cuál es la ventaja para ellos?

Por favor, si a alguien se le ocurre me lo comenta por mail?

Gracias!

lunes, 3 de mayo de 2010

La dispersión del capital


El sábado 1º de Mayo tuvo lugar en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, la Asamblea de Accionistas de Berkshare Hathaway (BH), empresa insignia del millonario Warren Buffet.

¿Qué es lo llamativo del caso? Las autoridades empresariales tuvieron que disponer de un estadio deportivo para albergar a la totalidad de los accionistas convocados. Es decir, todos aquellos individuos que estaban habilitados a asistir y votar sobre el futuro de la empresa, en tanto en su carácter de accionistas son tan dueños de BH como el mismo Warren Buffet. En otra proporción, ciertamente, pero con los mismos tipos de derechos y obligaciones hacia BH que afectan a Warren Buffet.

¿Y qué consecuencias tiene esto para una nación? Cualquiera podría decir que es una cuestión que hace los intereses de la empresa y los accionistas. Sin embargo, no es así. La foto de la asamblea de accionistas de BH llevada a cabo en un estadio deportivo es estridente.... para los estándares argentinos; sin embargo, muchas otras Asambleas de Accionistas que tienen lugar en los Estados Unidos, tal vez no sean tan espectaculares como ésta (por tratarse de la empresa del magnate en cuestión, y por la necesidad edilicia que demandó la Asamblea), pero igualmente de impactantes por la convocatoria y asistencia.

Pero, yendo por partes, y volviendo a la pregunta ¿por qué es esto importante o no para un país? la respuesta es simple: por la difusión del capital.

A partir del descubrimiento de América las actividades marítimas de exploración y explotación de los nuevos territorios demandó una cantidad de capital sustantivamente más importante que la hasta entonces requerida. El desconocimiento de las rutas martítimas y los peligros de la actividad impusieron la consideración del "riesgo empresario". Así, capital y riesgo sirvieron de fundamento para la creación de una organización con vigencia hasta nuestros días: las sociedades comerciales.

Douglas North propone el análisis del proceso económico considerando a las "instituciones" como aquellas reglas de juego, formales e informales, costumbres, convenciones, acuerdos adoptados voluntariamente entre los individuos dentro de una determinada sociedad. Por otro lado, las diferencia de las "organizaciones" en tanto las segundas son los instrumentos ideados por los individuos quienes se agrupan bajo las formas ideadas, para lograr el objetivo común que los vinculen y se propongan.

Las sociedades comerciales son claros y regulares ejemplos de las "organizaciones" según la definición de North. Su origen responde a la creación espontánea en virtud de la necesidad de, por un lado, agrupar grandes cantidades de capital, y, por el otro, acotar el riesgo lo más posible. Las sociedades evolucionaron hasta lograr el estadio actual, en el cual las Sociedades Anónimas ("SA") se perfilan como el instrumento normativo más sofisticado (por el grado de desarrollo de la doctrina y la jurisprudencia sobre tema).

Así, las SA se organizan de manera tal de invitar a los inversionistas a formar parte de las mismas, aportando capital y limitando el riesgo de la empresa o proyecto al límite del capital aportado. Esos inversionistas reciben en contraprestación de sus aportes títulos representativos del capital aportado, denominado "acciones". De ahí que los inversores son, luego, accionistas. En consecuencia, a mayor cantidad de inversionistas, mayor dispersión del capital social de la empresa.

Las sociedades son, al final, cuerpos colectivos, entelequias que por ficción legal se constituyen como sujetos de derecho diferentes a los sujetos de derecho (individuos, u otras sociedades) que los componen. En tal sentido, el sistema de administración generalmente aceptado por las legislaciones occidentales capitalistas consiste en la toma de decisiones trascendentales para la vida económico-financiera de la empresa a través del sistema democrático de la mayoría de accionistas. Y he ahí la explicación de la fotografía que motiva este post.

Y luego de toda esta aproximación al tema, y retomando la pregunta inicial sobre cuál es la trascendencia que el asunto impone sobre una sociedad determinada, imaginemos que una persona interesada, pero completamente ignorante del tema, se preguntara cómo hizo Warren Buffet para convencer a semejante cantidad de personas de invertir en su empresa, BH. Y la respuesta se halla en el Mercado de Capitales, y en su función como lugar de encuentro de la máxima expresión corporizada de la oferta y la demanda. ¿De la oferta y la demanda de títulos valores en los cuáles invertir? Si, pero aún antes que eso, de la oferta y la demanda de ahorros.

Mientras las empresas son las que demandan capital (deficitarias), el público que dispone de ahorros o excedente de liquidez (superavitario) ansía encontrar propuestas comerciales en las cuales invertir ese excedente, o liquidez disponible.

Así, un mercado de capitales fuerte, vigoroso, activo demuestra varias cosas muy importantes para una nación, y también muy diferentes del hálito de negatividad que la "especulación" general (e injustamente) recibe. Por un lado, un Mercado de Capitales fuerte significa que existe una importante cantidad de empresas buscando financiamiento primario en este ámbito. A diferencia de la búsqueda de financiación bancaria, por ejemplo, la oferta de acciones representativas del capital legal de una empresa implica la invitación a correr los riesgos comerciales que los titulares del emprendimiento decidieron correr. Esto significa que existe una cultura emprendedora importante, en virtud de la cual la creatividad y la innovación se canalizan en proyectos productivos con -eventualmente- efectos positivos para la generalidad del mercado.

Además, y a diferencia de lo que sucedería con la financiación bancaria, la existencia de muchos empresarios procurando financiamiento en el mercado de capitales "democratiza" la posibilidad de obtener ganancias, si el proyecto en cuestión resultara lucrativo. Continuando con el ejemplo de BH, su página web informa que en el año fiscal 2009 esa empresa arrojó un resultado neto positivo de U$S 8.055 Millones*. Asumiendo que todos los bancos de los Estados Unidos y de Europa (considerados por su capacidad de préstamo) hubieran invertido los fondos requeridos por Warren Buffett, en lugar de la foto incluida, hubiéramos leído una noticia en la sección financiera de los diarios de negocios del mundo, informando que "los Bancos X, Y y Z tuvieron ganancias en el orden de los U$ xxxxx millones en conjunto, debido a sus inversiones realizadas en BH, de Warren Buffet,, empresa que, a su vez, arrojó una ganancia de U$ 8055 Millones para el año 2009".

Pero, ¿es Warren Buffet un angel de la guarda de todos esos miles de accionistas a los que prefirió como socios en BH, en lugar de los bancos que hubieran podido serlo? Definitiva y rotundamente NO. Warren Buffet persiguió su propio interés al procurar financiación en el Mercado de Capitales estadounidense, en tanto esa financiación le resultaría ciertamente mucho más económica (en el sentido de no costosa) que la disponible mediante el empréstito ofrecido por los bancos. Del mismo modo, los inversores que adquirieron las acciones de BH también perseguían su propio interés al momento de optar por arriesgar sus ahorros en esas acciones, en lugar de invertir en, por ejemplo, plazos fijos, o acciones de una pequeña e ignota empresa tecnológica de cualquier lugar de los Estados Unidos.

Pero para que toda esta mágica confluencia de ofertas y demandas tenga lugar es necesario que exista seguridad jurídica. Seguridad jurídica que se traduce en instituciones (en el sentido utilizado por Douglas North) sólidas, reglas de juego estables, imperio de la ley y -en definitiva- un Estado de Derecho en el cual tanto las empresas puedan optar entre obtener financiacimiento a través del Mercado de Capitales o mediante el sector bancario, como los inversores dispongan de tantas alternativas de inversión como sea posible, y adhieran a la que mejor represente sus intereses. Así, las reglas de juego estables servirían de marco dentro del cual todos los actores resultarían beneficiados, ya que las empresas accederían a financiamiento de la manera más eficiente posible; los inversionistas verían sus expectativas de inversión mejor representadas, y -en general- todo el mercado (consumidores en uno u otra punto de la cadena de producción) accederían a la mayor cantidad de bienes, y del modo más eficiente.

Debido a que en el Mercado de Capitales se apunta a la percepción de lo que doctrinariamente se dió en llamar "el ahorro público", es uno de los sectores (junto con el bancario) más estricta y sofocantemente regulado en la Argentina. El "bien jurídicamente tutelado" por las normas vigentes es siempre el ahorrista, el inversor (principalmente los minoritarios, los individuos), por lo que las exigencias regulatorias para los emisores de los títulos valores emitidos y negociados difícilmente puedan ser aún mayores a las existentes.

Mientras que la New York Stock Exchange** alberga 111 empresas del área Asia Pacífico, 72 de Canadá, 58 del área Bermuda/Caribe/Puerto Rico, 944 de Europa, 83 de Latinoamerica, 20 del área de Medio Oriente/Africa y 3915 de los Estados Unidos; la Bolsa de Comercio de Buenos Aires*** alberga 84 empresas cotizando sus acciones.

Anticipamos nuestra defensa a las críticas que esta comparación podría suscitar, y aclaramos que somos concientes de las sustantivas diferencias entre ambos mercados, tanto en materia de tamaño como de historia. Sin embargo, pretendemos utilizar este contraste para demostrar que no son las férreas regulaciones impuestas por el sistema legal argentino, y la laxitud o falta de tales regulaciones en el sistema estadounidense la causa fuente de tan impresionantes diferencias.

La Securities Act de 1933 y la Securities and Exchange Act de 1934 fueron los primeros ordenamientos conocidos en materia de oferta pública, imponiendo una regulación y control cada vez más estricto en la emisión y colocación de títulos valores en las bolsas norteamericanas. La Ley 17.811 (del año 1968) de Oferta Pública fue un espejo de esas disposiciones. Es decir, no son las regulaciones imperativas y exigentes las que determinan el éxito o el fracaso de un determinado mercado bursátil, en tanto todos ellos (al menos en Occidente) cuentan con un nivel de exigencia normativa bastante similar.

El Mercado de Capitales es el ámbito más transparente y eficiente en el cual las empresas pudieran buscar financiación. La historia reciente argentina ha llevado a que este Mercado experimente algunos períodos de crecimiento (como lo fue durante la década de los '90, con la privatización de empresas públicas y su correlativa cotización en Bolsa de parte de su capital); más la constante inestabilidad política y económica, la recurrente violación a los derechos de propiedad de los ahorristas por parte de los gobiernos, en sus distintas versiones, y el temor natural de perder, a manos -precisamente- de esos gobiernos, aquel ahorro disponible llevó a que el sistema bursátil argentino nunca alcanzara los objetivos de máxima a los que por su potencial podría aspirar.

En ese marco, ni los más heróicos intentos realizados por la Sección PyMEs de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires en los últimos años, ni las más estrictas regulaciones protegiendo al inversor han servido para convencer a los ahorristas a invertir en los proyectos productivos que busquen financiación en el Mercado de Capitales. Por el otro lado, la certeza de no contar con el interés de los inversores en los instrumentos bursátiles desalienta por completo cualquier intento de los emprendedores de fondearse en el Mercado de Capitales.

Esta ecuación genera una situación de "loose-loose", en la que todos pierden, ya que ninguna regulación férrea, ninguna proclama regulatoria a favor del "inversor" pueden suplir la falta del elemento cohesionante y elemental para la existencia de empresas cotizando e inversores invirtiendo: el crédere, el crédito, la confianza indispensables para el desarrollo y evolución de cualquier mercado.

Los intercambios voluntarios entre individuos, según la escala de valoración propia de cada uno de ellos, son los únicos elementos que pueden garantizar el resultado exitoso del crecimiento y el desarrollo. Si esos intercambios no pueden ser realizados en un marco de libertad, y a los menores costos de transacción posibles, ningún juego normativo impuesto ni por el más voluntarioso y "benevolente" regulador puede incentivar la cultura bursátil.

La transparencia y eficacia en la transmisión de información que permite la cotización bursátil, mediante el sistema de precios libremente pactados en su seno son muy difíciles de lograr por fuera del mismo. De ahí la importancia de instaurar la seguridad jurídica como sistema institucional, y marco de acción de empresas e inversores, de modo tal de fomentar la creatividad e innovación, canalizarla a través del emprendedorismo y facilitar la creación de empresas (organizaciones) en las cuales resulte rentable invertir, por la eficiencia que demuestren en la creación de ganancias.

* http://www.berkshirehathaway.com/2009ar/2009ar.pdf

** http://www.nyse.com/about/listed/lc_all_overview.html

*** En todo el 2009 la BCBA reportó una capitalización bursátil total de $ 2.184, 25 Millones (o un equivalente de aproximadamente U$S 568 Millones), y un volúmen diario de acciones operado promedio de $46 Millones (o un equivalente aproximado de U$S 12 Millones) http://www.iamc.scba.com.ar/informes/Anuario/an2009.pdf



lunes, 26 de abril de 2010

"Si el FMI solo mira el IPC tendrán razón los que creen que lo único que le importa es la deuda"

Por Fernando Alonso, secretario de Redacción.

http://www.cronista.com/notas/229247-si-el-fmi-solo-mira-el-ipc-tendran-razon-los-que-creen-que-lo-unico-que-le-importa-es-la-deuda

En este artículo el periodista parecería preocuparse porque el FMI no justifique los cuestionamientos de Guillermo Moreno y sus seguidores en cuanto a que la intervención del organismo sólo se refiera al "arreglo" que sus técnicos pudieran realizar al IPC, de modo tal que el índice se aproxime a las cifras reales.

Si así fuera, el objetivo perseguido al modificar el IPC sería el incremento de los intereses exigibles por parte de los titulares de bonos emitidos por el Estado Argentino con la cláusula de ajuste ceñida a ese índice. Esto haría que esos títulos rindieran más de lo que en la actualidad lo hacen merced a la estafa procesal que signfica para los acreedores de esos bonos la manipulación de datos del INDEK desde Enero de 2007.

Parecería, entonces, que el FMI estaría dándole la razón a quienes ven en él al instrumento de opresión favorito del discurso de la izquierda; el responsable de los oprobios económicos a los que se somete a las poblaciones de los países que se ajustan a los lineamientos impuestos por el organismo.

Pero la pregunta que cabe realizarse es ¿es esto efectivamente así? ¿Tiene la izquierda razón? Creemos que sí, pero por razones diametralmente opuestas a las esgrimidas por ella. Y amén del interrogante planteado, el artículo genera la necesidad de aclarar ciertos conceptos que, a nuestro criterio, merecen una revisión.

En primer término, cuando el kirchnerismo hace referencia a los tenedores de esos bonos lo hace identificándolos como "buitres" que, en mayor o menor medida, no pretenden otra cosa que no sea quedarse "con el dinero de los Argentinos".

Independientemente de la intencionalidad que cada uno de los tenedores de esos bonos a título individual pudiera tener, la realidad es que al percibir sus acreencias no estarían quedándose con nada que no fuera estrictamente suyo.

Los bonos, emitidos por el Estado o por los particulares, no son otra cosa que títulos de deuda en virtud de los cuales un deudor (el emisor) obtiene un préstamo de un inversor (el acreedor) quien acepta realizarlo, prestando su consentimiento en cuanto a los términos y condiciones de las emisiones en cuestión. Así, el contrato de mutuo que se celebra entre el deudor y el acreedor se perfecciona cuando el segundo realiza el efectivo desembolso del dinero prestado. Y lo hace por estar de conformidad con los intereses ofrecidos por el deudor en los términos y condiciones de cada emisión en particular.

Mientras que en la década de los '80 los Estados se endeudaban mediante préstamos otorgados por grandes bancos (o pools de bancos) en virtud de lo que se denominaba comunmente "Syndicated Loan Agreements", en los '90 y en adelante los Estados optaron por lograr financiación a través del mercado de capitales, y así, en vez de ser los bancos los prestamistas lo eran los inversores particulares (pequeños y/o sofisticados) quienes deseosos de encontrar un destino a sus ahorros adquirían estos bonos o títulos valores públicos (así denominados por la naturaleza del emisor, un sujeto de derecho público).

Pero, en definitiva, la naturaleza jurídica del intercambio es exactamente la misma. Sea a los bancos sindicados o a los inversores individuales, el deudor debe y el acreedor tiene un crédito contra el deudor.

Los "buitres que pretenden llevarse lo nuestro" en realidad son inversores que en algún momento desembolsaron una determinada cantidad de dinero, cumplieron la prestación a su cargo asumida en el contrato de mutuo celebrado y consentido (entregaron el dinero prestado) y no pretenden otra cosa que el cumplimiento de la contraprestación a la que la Argentina se obligó al momento de (i) emitir los bonos y (ii) percibir los fondos que los inversores pagaron al adquirir los bonos ofrecidos.

Entonces, es escandoloso presenciar cómo el hecho de esperar que el Estado Argentino honre sus obligaciones y devuelva el capital más los intereses prometidos se convierta en una pretensión de "buitres qeu quieren llevarse lo nuestro".

A partir de aquí, la premisa por la cual el FMI pretenda abocarse a la reinstauración del IPC como herramienta para normalizar los intereses adeudados por el Estado Argentino a los tenedores de bonos con cláusula de actualización por ese índice en sí, en principio no tendría por qué sufrir una valoración negativa.

Pero dicho esto, amerita aclarar que tal vez sí corresponda valorar negativamente la conducta perseguida por el organismo, aunque por razones muy diferentes a las que esgrimen los "morenistas", como los indetifica el autor del artículo periodístico.

Si bien no habremos de explayarnos demasiado sobre el asunto, es necesario identificar qué es el FMI, sus orígenes y sus funciones, de modo tal de presentar las razones por las cuales la intervención del FMI en el INDEK motiva, para nosotros, una valoración negativa.

El FMI se origina como consecuencia de los acuerdos de Bretton Woods, en los Estados Unidos en el año 1945, en concordancia con las teorías intervencionistas muy en boga por aquel entonces (y en la actualidad también, lamentablemente). Sus fundamentos podrían parecer a primera vista muy loables y altruistas, en tanto algunos de los objetivos previstos en su carta fundacional (Artículo 1) son promover la cooperación monetaria internacional, promover el intercambio internacional, erradicar la pobreza y facilitar "temporariamente" fondos para la solución de desajustes en las balanzas de pago ("Article 1 (v) To give confidence to members by making the general resources of the Fund temporarily available to them under adequate safeguards, thus providing them with opportunity to correct maladjustments in their balance of payments without resorting to measures destructive of national or international prosperity").

Sin embargo, desde la optica de la Escuela Austríaca de Economía, el FMI es un organismo innecesario y perturbador de los intercambios (de bienes, entre ellos las monedas, y servicios) que podrían tener lugar en un marco de libertad. Las consecuencias de esos intercambios serían siempre más eficaces de poder darse libremente, por lo que la existencia de un organismo como el FMI, amén de sus intencionalidades declamadas, no puede ser sino una circunstancia nefasta para el crecimiento y el desarrollo, en tanto los ciudadanos de los países miembros no sólo deberían lidiar con sus estados nacionales, sino también con este interventor supranacional de dimensiones gigantescas.

Dicho esto, aparecería claramente la respuesta al interrogante sobre qué tendría de malo que el FMI velara sólo por la normalización del IPC en el INDEK intervenido por la administración kirchenrista. Dado que el FMI es nada más que una entelequia de dimensiones abrumadoras, su injerencia en uno u otro sentido sería igualmente nefasta para el desarrollo del mercado.

Identificar al FMI con un organismo liberal es un error garrafal, en tanto ningún liberal que se precie puede aplaudir y convalidar el intervencionismo en las vidas de los particulares. Menos aún si ese intervencionismo presenta el rostro acromegálico de la suma de Estados cobijados bajo un mismo manto de presunta "legitimidad moral".

Para la Escuela Austríaca de Economía, el FMI no es más que un brazo ejecutor de la ideología impuesta por la clase política de los países miembros más ricos; con el agravamente que dichas políticas son más o menos socialistas, pero siempre socialistas.

Pero los perjuicios que el FMI arroja para los ciudadanos de los países que lo integran no sólo estriban en el intervencionismo metodológico o instrumental en virtud del cual pretende imponer sus políticas económicas, sino en el desequilibrio que el desembolso de fondos a gobiernos corruptos e imprudentes del Tercer Mundo causa en las monedas.

Es increíble que la izquierda haya identificado al FMI como uno de sus máximos enemigos en tanto es un acabado militante socialista que logra con mucha eficacia el objetivo de Robin Hood, ya que los gobiernos de Estados Unidos y Europa expolian a sus ciudadanos con el cobro de impuestos obscenos que luego van a parar a las arcas del FMI, el que -a su vez- los entrega con absoluta liviandad a los gobiernos tercermundistas, fomentando la corrupción y esparciendo la ineficiencia socialista.

En el interín, los contribuyentes americanos y europeos se empobrecen por los impuestos exorbitantes, y los pobres del Tercer Mundo se perpetúan en la pobreza cuando no caen a la indigencia. Los únicos beneficiados en todo este esquema "altruista": la clase política tanto de los países aportantes como los receptores de los fondos "administrados" por el FMI.

martes, 9 de febrero de 2010

Los omniscientes

BOUDOU PROMETIÓ QUE NO TOCARÁ UN DOLAR MÁS DE LAS RESERVAS INTERNACIONALES

El BCRA y Economía definen el precio del dólar y las tasas
La reapertura del canje de deuda recién se lograría en marzo, si se logra la aprobación de la autoridad regulatoria de EEUU. Mientras, se define la política monetaria para el año.


FERNANDO ALONSO Buenos Aires

http://www.cronista.com/notas/220526-el-bcra-y-economia-definen-el-precio-del-dolar-y-las-tasas

Los seres humanos somos, por definición, falibles. Las falencias pueden ser de muchos tipos, y algunas personas pueden sufrir de algunas y no de otras. Pero de lo que absolutamente todos los seres humanos adolescemos es del conocimiento perfecto. Por la simple y lisa razón que conocer el 100% de las circunstancias de tiempo y lugar que afectan al 100% de la humanidad, o para bajar un poco las expectativas, por lo menos de la población del lugar en que se reside, demandaría una deidad omnisciente.

Muchas veces lo obvio es lo más difícil de percibir, y de ahí la genialidad de Hayek al identificar con claridad esta circunstancia. En "El uso del conocimiento en la sociedad" Hayek presenta esta circunstancia -con absoluta razón y lógica- como la fundamental causa para rechazar con vehemencia el intervencionismo estatal. En el párrafo inicial de esta corta pero magistral obra el maestro dice "Qué problema pretendemos resolver cuando tratamos de establecer un orden económico racional? Desde la perspectiva de los supuestos tradicionales, la respuesta parece obvia; pues si se posee la información relevante; si se parte de un sistema establecido respecto a las prioridades y si se detenta el conocimiento absoluto de los medios disponibles, el problema en cuestión no excede los parámetros de la lógica. Esto es, la respuesta a la cuestión sobre cuál es el mejor uso de los medios disponibles se halla implícitamente en nuestros supuestos"

En la edición de hoy, El Cronista reporta que los individuos, los seres humanos Mercedes Marcó del Pont y Amado Boudou definirán las tasas de interes y el precio del dólar de aquí en más.

Siguiendo al maestro Hayek, tenemos que asumir que estos dos iluminados cuentan con el conocimiento perfecto del 100% de las circunstancias de tiempo y lugar que afectan al 100% de los individuos que poblamos la Argentina. También tienen el 100% del conocimiento sobre el 100% de los recursos disponibles, y -fundamentalmente- tienen el conocimiento perfecto de la lista de prioridades, aceptada por el 100% de los mismos habitantes. En consecuencia, su labor es una simple tarea de asignar los recursos (que conocen en su totalidad) a las necesidades (que también conocen en su totalidad), de acuerdo al orden de prioridades establecido (por el 100% de la población). Algo que un estudiante secundario podría hacer.

Lamentablemente, en especial para los más necesitados, la realidad se encuentra a años luz de esta premisa, por lo que el intervencionismo que tan enfáticamente defiende Marcó del Pont se convierte en una falacia carísima, que obstaculiza y demora el efectivo desarrollo y prosperidad, sea lo que sea que eso signifique para cada uno de nosotros.

La violencia y soberbia intelectuales de los intervencionistas se basan en este concepto del conocimiento perfecto. ¿Por qué el valor del dólar que Marcó del Pont y Vodoo definirán es el "mejor"? y, de ser así, ¿mejor para quién?. Y lo mismo vale preguntarse con respecto a la tasa de interés.

El Cronista indica que el objetivo de estos funcionarios es "dar un impulso a la actividad productiva, especialmente a la inversión en sectores industriales que consideran indispensable para contrarrestar la inflación a através de una mayor oferta de bienes".

Entonces, debemos asumir que, 1) la actividad productiva es "mejor" que la actividad financiera, o la actividad artística, o la actividad deportiva, o la actividad intelectual, solo por mencionar algunas; 2) la inversión en el sector industrial es "mejor" que la inversión en el sector financiero, gastronómico, inmobiliario, de la construcción, del turismo, de los servicios, del software, de la literatura, del entretenimiento, ..., 3) más aún, la inversión en ese sector es "imprescindible" para brindar una mayor "oferta de bienes", 4) Marco del Pont y Vodoo saben irrefutablemente que lo que el 100% de los individuos que poblamos la Argentina demandamos son "bienes" (producidos por el sector industrial) y no "servicios", por ejemplo.

En pocas palabras, Marcó del Pont y Vodoo saben. Saben TODO.

Amén de las consecuencias catastróficas que estas convicciones significarán para el futuro próximo, es muy importante percibir la ardua tarea que los liberales, quienes tenemos absoluto respeto por las libertades y capacidades de los individuos, tenemos frente a nosotros.

El trasfondo de la convicción intervencionista, de la que Marcó del Pont es consecuente y sustantiva defensora, es ese: el Estado, esa entelequia, es "superior", "sabe más" qué es lo "mejor" para los individuos, incapaces por naturaleza de saber y reconocer cómo alcanzar su desarrollo. Es lamentable el crecimiento desmedido de este Frankestein creado por la convención humana bajo el pretexto de una convivencia pacífica, y lo profundo que estas convicciones han calado en las personas. Hoy en día es un sacrilegio anarquista pensar en una comunidad organizada y regulada por aquellos acuerdos que los individuos voluntariamente celebren, sin necesidad de contar con el ojo del estado "Gran Hermano" que todo lo ve y todo lo controla.

De ahí la necesidad de desterrar las convicciones que estos iniciados esotéricos y portadores del más absoluto y pleno conocimiento, enquistados en el Estado promueven. ¿Qué características distintivas, racionales y morales, tienen para determinar la "correcta" definición del precio del dólar y de la tasa de interés? ¿Por qué esa determinación no resultaría en beneficios y ganacias para todos nosotros los incapaces, privados del conocimiento y sabiduría de la que ellos sí disponen?. ¿Hay certeza en cuanto a que esa definición del precio del dólar y de las tasas va a significar un beneficio para el 100% de los habitantes? Y si no es así, ¿cuál es el criterio para adoptar igualmente la definición? ¿Un criterio utilitarista, en el que el beneficio para una "mayoría" de individuos justifica el sacrificio y la exclusión de la "minoría" no beneficiada?.

Es imperativo luchar por desterrar estas convicciones profundamente arraigadas en la población. El estado, para algunos de nosotros, tiene funcionalidad y utilidad. El gravísimo problema, por los efectos que hasta aquí percibimos, es evitar que ese instrumento poderorísimo mute hacia el monstruo que hoy en día es, y que amenaza con seguir creciendo hasta amalgamarnos a todos en una gran masa amorfa (objetivo comunista).

La educación, la vocación por transmitir esta alternativa, la convicción de que el respeto irrestricto por la individualidad y la subjetividad de los seres humanos sólo puede traer desarrollo y crecimiento (en todos los órdenes) tiene que ser el arma más poderosa contra la oscuridad que el intervencionismo implica. No hay mayor obra de caridad, más solidaridad que el respeto por las individualidades, que el reconocimiento y la consideración del otro como un titular de derechos exactamente iguales a los que nosotros ostentamos.

La masificación que el intervencionismo propone trae consecuencias negativas que largamente trascienden las económicas. El estatismo promueve la masificación que nubla la visión y el entendimiento del otro como sujeto merecedor del máximo respeto, ya que el único merecedor de ese respeto es el estado onmipresente, a quien todo se le debe. El intervencionismo atenta de manera criminal contra la creatividad, contra la diversidad de la que se desprende la mayor riqueza -moral y material-. El intervencionismo sojuzga, esclaviza y poco a poco carcome la confianza en sí mismo, desalentando los emprendimientos (de cualquier orden, no sólo económicos) hacia los que los individuos puedan sentir inclinación. El intervencionismo se constituye como la mayor causa fuente de inequidad, diviendo a la sociedad entre los poderosos y sus amigos (Lázaro, Cristóbal, Eskenazi...) y el lumpenaje lejos de esa clase "superior". Y ni qué hablar de aquellos que voluntariamente nos convertimos en lúmpenes por principios.

Así, el intervencionismo corroe poco a poco la dignidad de los sujetos, convenciéndolos de que son indigentes incapaces de procurarse su propio sustento, y convirtiéndolos en la masa necesaria de asistidos por el "asistencialismo" estatal que los necesita como base de su continuidad. Si no hay necesitados, si cada uno por sí mismo puede celebrar libremente contratos de intercambio beneficiosos para ambas partes, si cada uno puede aprovechar libremente el conocimiento de las circuntancias de tiempo y lugar de la que disponen por ser actor de ese tiempo y habitante de ese lugar... ¿qué razón de ser tendría ese estado?, ¿por qué tendría que intervenir? ¿Por qué debería existir?

Y de ahí la evidente respuesta: al sólo efecto defensivo. Al efecto de tutelar el cumplimiento de la única premisa necesaria como regulación: "no dañar".